06 julio, 2007

Vuele como pelota y deje que le hagan Gol

Escrito por: Econ. César Bedón Rocha
Viernes 6 de julio del 2007

Animado por la publicidad (siempre el mismo gil), de una línea aérea brasileña que se anuncia como inteligente y que nos anima a volar a Brasil pagando menos, compré cibernéticamente “on line” mi pasaje Lima/Río/Lima con dos meses de anticipación para ganarme alguito, pagando precisamente menos.

Sorprendente la forma como podía seleccionar desde mi PC el vuelo, ver los datos correspondientes, registrarme como cliente especial y escoger mi asiento. Posteriormente cuando modifiqué mi fecha de retorno igualmente, la atención en línea resolvió con agilidad mi requerimiento. Estaba entusiasmado con la idea de hacer un Gol en la tierra de Pelé.

Sólo que lo resultante es más bien un auto gol para nuestros hermanos brasileños por el mal servicio, la desatención, la falta de la más mínima cortesía y consideración con el pasajero que hace uso de sus servicios y que se ve tratado como pelota.

La información de la línea (hasta ahora se muestra igual en su Web), ofrece que el viaje es Lima - Río con escala en Sao Paulo, sólo técnica y con 6 horas 40 minutos de duración, lo suficiente para hacer el trayecto sin trasbordo.

Lo primero que nos toca al llegar al counter en el aeropuerto Jorge Chávez es que no hay hora confirmada de salida y que esperemos. Esta salida es postergada dos horas o más, es decir en lugar de salir a las 01:50 usted se embarca con suerte a las 03:30 Horas, conforme me confirmaron después otras decenas de pasajeros pelota.

La información abordo es que haremos una breve escala en Guarulhos - Sao Paulo y que permanezcamos en nuestros asientos. Cuando bajan los pasajeros de Sao Paulo nos anuncian que debemos bajar también a recoger nuestras maletas. Y ahí comienza la odisea. Nadie se hace cargo de nuestro problema. El personal sólo habla portugués (creo que odian el castellano o el inglés), y a mi me habían dicho que era fácil entenderles: mentira; hablan rápido y nadie les entiende nada.

Hay que recoger, mover y jalar maletas, pasar por la Policía, salir del aeropuerto, embarcarse en un bus en el que cada uno debe cargar sus maletas a bordo y nos llevan a otro aeropuerto (el de Congonhas), en una travesía que dura una hora. Otra vez bajar maletas, sálvense quien pueda, por donde quedan las salidas, primer, segundo piso, niños, ancianas, maltrechos para embarcarse nuevamente. ¿Se pagan derechos de aeropuerto? ¿No se pagan? Nadie sabe nada; obrigado, obrigada.

Finalmente en las salas para abordar, nuevamente el portugués carioca que nadie entiende. ¿Do you speak english? ¡obrigado!. Nos dan una puerta de salida y me regresan porque estaba embarcándome a Río Branco y no a Río: si seré bruto.

Nunca me sentí tan viejo como en esta odisea. Protesto porque además de engañarme al no contarme lo del viajecito a Congonhas echaron abajo mi auto estima al comprobar que no es nada fácil cargar con 28 kilos de equipaje y correr por pasillos de tres aeropuertos.

Finalmente la llegada a Río. Pero los días pasan volando y nuevamente debemos retornar a Lima, pero ya con el temor de sentirse nuevamente pelota, pero ahora pateado en tierra carioca.
En el aeropuerto de Galeao le dicen que se presente una hora antes a embarcar pero ve una cola tan larga que le entra la duda. ¿Saben cuanto dura la cola? Dos horas, en una sola, enorme y desesperante fila para ser atendidos sólo por un oficial de migraciones pues el otro sólo atiende ¡american!, ¡americans! A viva voz llaman después a ¡brasileiros!, ¡brasileiros! para que pasen sin cola. ¡Maldita sea, somos peruanos!

Si hacen caso a la recomendación de la línea, seguro que se mueren de infarto en la cola. Pero no se preocupen, pasada esta dura prueba encontramos que no hay hora de salida ni ninguna información, ni cartelito de la aerolínea, ni mostrador, ni brasileira, ni nada. Tampoco sabe porque puerta lo van a embarcar y después se la cambian dos veces. Piña si se duerme.

Finalmente el avisito de vuelo atrasado y partida con casi tres horas de atraso. Igual le juran que en Sao Paulo sólo tendrán escala técnica sin trasbordo. Por supuesto que nadie les cree porque ya la hicieron muchas veces. Igual el anuncio que los pasajeros a Lima permanezcan en sus asientos para finalmente, nuevamente, hacerlos bajar a embarcarse en otro avión. ¿Llegada a Lima? Tres horas de atraso. ¿Por Dios, alguien habla castellano? En ambos viajes ninguna solicitud de disculpas por el atraso y las incomodidades. ¡Y así harán los Juegos Panamericanos en Río entre el 13 y el 19 de este mes!

Se que muchos otros pasajeros como el que escribe esta nota se han sentido igual de maltratados. Tengo muchos y muy buenos amigos brasileños y la cosa no es con ellos sino con una empresa aérea negligente y mentirosa que no le hace ningún bien a una ciudad tan espectacular y acogedora como Río de Janeiro.

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